Algunos fragmentos de la obra relacionados con nuestro tema:
DOÑA ANTONIA: ¿Qué ha puesto usted hoy?
DOÑA DOLORES: Cocido, como siempre. ¿Qué quiere usted que ponga? Antes comíamos arroz con pollo los domingos, pero no están los tiempos para florituras.DON LUIS: A las Bodegas, no. En este país, si las cosas ven bien, se bebe vino, y si van mal, se bebe más.
MARÍA: Es que todo esto me lo tiene que vender Basilio muy tarde, cuando ya han cerrado la tienda. Porque de día está muy controlado.
DOÑA DOLORES: Pimientos, tomates, tres de espárragos. Pues mira, es una suerte que sea paisano tuyo... Si no es algo más.
MARÍA: Que no, señora, de verdad que no... es el que me recomendó a usted, ¿Ya no se acuerda? Aquel tan flaco.
DOÑA DOLORES: Digo que es una suerte porque por lo menos debemos comprar para quince días. Yo no me fío de que esto termine antes.
MARÍA: Y en la otra tienda ya no queda nada, de verdad. Ni bacalao ni escabeche tienen. Sólo les quedan garbanzos y no sé qué más. Y con unas colas...
DOÑA DOLORES: ¿Y esto?
MARÍA: Tres kilos de azúcar.
DOÑA DOLORES: Pero, bueno, mujer... Tenemos para un año. Tampoco es para tanto.
MARÍA: Yo, por si acaso.
DOÑA
DOLORES:¿
No te acuerdas? Me dijiste que aquí comiamos muy mal, y que
comprendías que nosotros no podíamos hacer mas, y que veías que
pagaste la meseria que te pagamos...
DOÑA
DOLORES:No,
lo de la miseria lo diji yo. Y que te habías enterado de que en el
pueblo había más víveres y que podías ayudar a tu tía, porque su
marido y su hijo se habían ido a las milicias.
DON
LUIS:
Pues lo he pensado. Esa señora tiene cajas de puros, ¿no?
LUIS:
Sí,
bastantes. Son de decomiso del contrabando.
DON
LUIS: Ya.
Y quiere cambiarlas por vino.
LUIS:
No
es que sea una borracha... Es que están acostumbrados a beber vino
en las comidas. Y, además, piensa que a lo mejor puede cambiar las
botellas de vino por garbanzos o por algo así. Nosotros también
podríamos cambiar las cajas de puros por víveres, ¿no?
DON
LUIS: Hombre,
de momento... No lo había pensado...Pero sí, podemos cambiar
algunas cajas y yo fumarme algún purito suelto, ¿ no te parece?
Porque si no, yo podía cambiar directamente el vino por bacalao, y
ya estaba.
LUIS:
¿ Os lleva comida?
PABLO:
Sí. El otro día llevó mucha. Nos sentamos todos juntos en
el comedor: mi hermana, yo , y ellos dos... pusierosel gramófono...
Y él abrió muchas latas... de comidas raras que yo no sé lo que
eran...
LUIS:
¿ Y tu comiste?
PABLO:
Claro, claro que comí... hace la mar de tiempo que no comía tanto.
ANSELMO:
Mira, no me preguntes, no me preguntes, porque vengo echado leches...
Sale uno de aquí, del barro, de la mierda, de la sangre, de los
montones de amigos muertos, del hambre... Y se encuentra con
aquellos, ¡ qué cabrones, tío! Hazte una idea: los puestos del
mercado, están llenos de comida...
DOÑA
DOLORES:
¡ No me digas! Y ¿poe qué no mandan?
ANSELMO:
De
verdad, hay de todo. Bueno, por lo menos de todo lo que yo conozco. Y
más, porque en la La Almunia no había tantas cosas: pavos,
gallinas, turrón, piñas, dátiles, nanjas --- eso, claro, por
descontado---, granadas... Pero de las de comer, ¿eh?; de las otras,
ni una. Y esa música no la han oído. Pero ¿ vosotros no compráis
la C.N.T.?
ANSELMO:
… tenéis carne, tenéis fruta/ porque hay de todo en Valencia./
uevos duros, huevos blandos/ pero no de los que cuelgan.>> ¡
Qué tío, quégracias tiene! Por lo visto, allí les han gustado
siemprelas bandas de música, y en la plaza hay todos los días una
dándole a las marchas y a las zarzuelas. Como en la feria, de
verdad, como en la feria. Y unas gachíss con unas cestas
vendiendoflores... Y limpiabotas... De todo, de verdad, de todo, ¡
no veas! … En lo único que se nota la guerra es en que hay
carteles pegados, << El enemigo escucha>> y leches de
ésas. También se ven milicianos, claro, como yo, de los que llegan
de otra parte. Pero, lo que es los emboscados de allí, todos
bienvestidos, bien lavados... Y en cuanto sale un poquito de sol,
hala, a a calle a pasear.
DOÑA DOLORES: Veréis, hijos, ahora que no está tu marido, hija, y perdóname
Manolita, pero supongo que habréis notado que cada día traigo menos comida a la
mesa.
LUIS: Sí, ayer habían muy pocas lentejas, pero no me extraña, cada vez hay
menos comida.
DON LUIS: Pero la ración que dan con las cartillas es siempre la misma, ¿no?
Tu madre pone siempre en la cacerola la misma cantidad, y sin embargo, como tu
acabas de decir, en la sopera cada vez hay menos.
MANOLITA: ¿Qué quieres decir con eso Mamá? ¿Qué quieres decir con eso de
que mi marido no está?
DOÑA DOLORES: Pues que como su madre entra y sale constantemente de esta
casa y la pobre mujer está como todos muerta de hambre, yo no sé si... de vez
en cuando, no... Mete la cuchara en la cacerola.
MANOLITA: ¡Mamá!
DOÑA DOLORES: El hambre, hija, el hambre. La verdad es que las lentejas
desaparecen.
DON LUIS: Bueno, decid la verdad ¿eh?, lo que creáis pero sin miedo alguno,
porque a mí no me importa nada soltarle a la pelma cuatro frescas, porque ya
está bien de que encima la sentamos todos los días a nuestra mesa...
MANOLITA: Aporta lo de su cartilla.
DOÑA DOLORES: ¡Faltaría más!
DON LUIS: Muy bien, aporta lo de su cartilla. y nosotros tenemos lo de
nuestra cartilla más el suministro que nos dan a Luisito y a mí en la oficina y
tú, además, comes todos los días con los vales que te dan en el teatro. Y si
encima viene a meter la cuchara en la cacerola...
LUIS: Mamá, yo, hubo uno o dos días, al pasar por la cocina, tenía tanta
hambre que lo que tú ponías en la mesa, yo cogía una cucharada y... pero una
cucharadita muy pequeña, uno o dos días nada más, una cucharadita muy muy
pequeña...
DOÑA DOLORES: No, hijo, no, una cucharadita no puede notarse, no, Luisito.
DON LUIS: Pero tú, al probar las lentejas cuando las estás haciendo, ¿no te
tomas otra cucharada?
DOÑA DOLORES: ¿Y eso qué tiene que ver? ¡Tengo que probarlas! Lo hago con
una cucharita de las de café.
DON LUIS: Claro, como ésas ya no valen para nada...